Operas primas: el
sentimiento de lo fantástico
Febrero (2011)
Jeremy Torres, Yeniva
Fernández, Augusto Murillo de los Ríos,
Carlos E. Freyre & Julio Meza Díaz
Jeremy Torres: Lo fantástico
es eso que queda fuera, cuando terminamos de definir lo fantástico. Cito a
Cortázar pues, él nos dio una noción de los que es ese sentir para definirlo de
acuerdo a nuestras vivencias, para no encasillarlo a un único momento, en el
que la falta de duda puede volver
extraño o maravilloso. Lo fantástico
ocurre todo el día, a toda hora. Es una fuerza que invade nuestra realidad de
manera tan sutil que la lógica parece encontrarle sentido. Mi relación con el mundo de la literatura
comenzó con una coincidencia, algo que yo confieso, creo, escapó de toda ley
natural aplicable. Fue una excepción única e irrepetible. Cambie levemente mi
rutina una mañana, decidí comprar los cigarros en el grifo, habitualmente los
compro en la tienda. Vale decir que el Repsol está a siete cuadras del lugar en
el que estaba aquel día y la tienda solo a dos. Caminaba de lo más normal
cuando escuche un sonido metálico, desvié la mirada para ver qué era, quizá
algo de dinero. Me sorprendí mucho cuando vi a una chica que trotaba por el
golf de San Isidro con un gancho de metal descendiendo por su cabello, el
objeto golpeo el suelo. Raudo recogí el gancho de metal y trote hacia su
persona. Sonreí y le dije: se te cayó. Ella me devolvió la sonrisa y comenzamos
a conversar. Aquel fue el día que el
escribir dejo de ser una pasión escondida, y descubrí que lo importante no son las leyes, sino las
excepciones de las leyes. Aquella chica
fue la que leyó por vez primera mis cuentos, y luego mi primera novela. Me
atrevo a decir que es la persona que más he querido en mi corta vida. Y la que
me dio el coraje para intentar publicar. Díganme ustedes si eso no escapa de
toda explicación científica dable, ¿cómo solo siete cuadras pudieron cambiar
para siempre mi vida? Sé que no se puede explicar, y eso hace que el
sentimiento de lo fantástico sea tan sublime para mí. Cuando escribo no busco crear un mundo nuevo.
Me siento más cómodo hablando de mi ciudad, de los lugares que solía visitar y
de los que recorro siempre. Busco impregnar con algo de fantasía esos lugares.
Uso como ejemplo un fragmento de mi primera novela, El Camino de los Aegeti
[lee]: “Lima es una ciudad gris y caótica, una tierra dispareja de niños ricos
y hermosos dispuestos a vivir sin imaginar lo que sucede al otro lado,
atrapados en una burbuja perfecta. Lima, ciudad de gallinazos sin plumas que a
base de sudor y botellas de plástico intentan tener, en vano, su burbuja
imperfecta” En esa parte describo lo que para mí es Lima, una ciudad dividida.
[lee]: “Me despedí del anciano con un apretón de manos, él sonrió con sus dos
únicos dientes, me aleje poco a poco de la plaza de armas de Lima, hipnotizado
por la catedral, subí los escalones y mire con cautela la gran puerta de
madera, observe mi alrededor: Nadie me veía, las sombras cubrían mi cuerpo.
Alcé la mirada y concentre la energía espiritual en mis piernas. Di el salto,
me elevé con facilidad mientras mi sombra se dibujaba sobre la plaza, di una
voltereta para caer con gracia sobre el techo del templo cristiano”. Es este mi
sentimiento de lo fantástico, impregnar con eso que no se puede explicar una
situación totalmente convencional.
Intentar crear una duda. Julian Spiegel, el personaje principal de mi
novela, es un joven de lo más normal quizá con algo de suerte pues vive como un
rey y tiene un auto clásico en una Lima decadente. El sabe que no es normal, es
un Aegeti, seres humanos elegidos entre millones para proteger la tierra de
aquello que habita entre las sombras y pesadillas. Y eso que él debe de ser, y trata de
evitar irrumpe en su vida, cada que se
encuentra haciendo algo tan normal como ir a la universidad, o salir con la
chica de la que está enamorado. El
proceso de creación de Julian fue bastante sencillo para mí, pues lo nutrí con
mis anécdotas, y le di mi personalidad. Recuerdo que alguna vez escuche que
nuestros personajes son extensiones de quienes somos, y/o, de quienes fuimos
alguna vez. Con el resto de personajes de mi historia use el mismo método,
Isabela tiene algo de una chica con la que asistía a conciertos de rock n roll
en Barranco, pero además posee los dos rasgos que me encantan en toda mujer
ojos de luna endemoniada y una lengua que no se calla nada. Y del mismo modo
con los demás personajes, todos son de una forma fantástica personas que
realmente pisan o pisaron lima. El termino Aegeti, que significa el que
interviene, apareció en mi mente una mañana mientras escuchaba “Wild child”,
una canción de The Doors, “Wild child full of grace, savior of the human race”.
Eso me inspiro, y de aquella situación convencional, tal cual es, escuchar
música. Nació una situación fantástica, fue la piedra que me llevo a poder
seguir con la novela, pues cazador, mago, y etc, son términos demasiado
comunes, yo necesitaba crear algo que jamás antes hubiese sido mencionado, para
así darle más misterio a mis escritos. Luego de mi pausa, hablare de mis
influencias literarias. (Aplausos).
Yeniva Fernández: Empezaré
con las motivaciones para escribir que es lo que conversamos por correo. En realidad soy muy floja. Escribo muy poco.
A mí las historias se me vienen a la mente en imágenes. Se me hace muy difícil
pasar de las imágenes a las palabras. Si tuviera plata y don de mando haría
cine, pero como no tengo lo uno ni lo otro es más fácil escribir. Hay muchas
cosas que no me gustan del mundo tal como es, de la realidad. La creación es un
medio por el cual puedo cambiarla como me hubiera gustado que fuera la
realidad. Escribo también porque me gustan las historias, que suspenden el
tiempo de la realidad, en un tiempo mágico, en el tiempo de la historia y puedo
pasar días metida en la historia. Cuando vuelves al mundo de la realidad han
pasado dos horas leyendo, una tarde leyendo, has vivido ese tiempo en el que
has estado metido en esa historia. Respecto a las influencias, mis primeras
influencias no son nada literarias, fueron los cuentos que me contaron mis
primas que venían de la sierra. Me contaban cuentos de fantasmas, de demonios,
me dejaban superfascinada. También veía mucha tele, veía un dibujo animado bien
raro, un anime que se llamaba “Sombrita” tuvo solamente ocho o diez capítulos
porque sospecho que no era para niños. También era fan de “Un paso al más
allá”, la “Dimensión desconocida”, “La hora macabra” (risas). Esas cosas me
encantaban. Ya después, a los 12, 14
años leo a Poe, Borges, en la universidad, Cortázar, Maupassant, Le
Fanu, un autor que admiro mucho y realistas también. Dostoievsky. Recuerdo que cuando
tenía 12 años quería ser como Dostoievsky, juraba que iba a ser como
Dostoievsky pero eran sueños de niño. Otras influencias fantásticas, Bierce,
Stevenson. No discrimino entre lecturas realistas y fantásticas. Leo de todo,
porque creo que de todo uno se nutre y
enriquece. (Aplausos).
Augusto Murillo: Buenas
tardes. El tema de esta relación con la fantasía, el sentimiento de lo
fantástico, justamente como dice Jeremy, a todos nos pasa por mera casualidad y
espontaneidad. El tema de la fantasía, de crear mundos alternos, personajes
diferentes a los que nos rodean en la realidad, sucede por una rebeldía de
nosotros mismos por no fundirnos en la misma realidad sino crear mundos
diferentes, personajes diferentes entre buenos y malos. Lo que me sucedió fue
que experimenté un tiempo de soledad. Como dijo Elton, estuve en Europa sin
amigos sin familia estudiando para una maestría y en verdad me sentía muy solo.
Llegué un día a cenar solo y me di cuenta que era navidad. Alguien por ahí, un
ángel me dijo ¿por qué no escribes algo? eso que tienes en la cabeza –ella le
decía basura- ¿por qué no la botas? ¿Por qué no la escribes? mucha de ella es
interesante y puede convertirse en un cuento o en un libro. Cuando escribí mi
primer párrafo ya no me pude detener. Nunca había escrito nada en cuestión a algo tan literario, me salió un libro
bastante gordito, me demoré bastante y creo que a todos nos pasa de que hay
momentos que te demoras tres meses en escribir una línea como una hora en
escribir diez páginas. Un escritor de ficción no necesita como los poetas un
minuto de inspiración sino muchos minutos de inspiración y alimentarnos de
temas fantásticos. Como dijo Jeremy y Yeniva, estamos alimentados de animes, de
películas de terror. No puedo leer otra cosa que no sea terror o en todo caso
algo fantástico o ciencia ficción. Justamente nosotros estamos cansados de leer
siempre lo mismo, sobre todo acá en el Perú. No sé si a todos les pasa pero me
veo limitado a la hora de escoger un libro peruano porque mi tema no es la
política, las drogas, el homosexualismo y todo lo que se lee aquí, infidelidad
o amores no correspondidos. El que se va por lo fantástico no quiere eso,
quiere leer seres de otro mundo, dimensiones paralelas, quiere leer miedo. El
libro que comencé a escribir en Europa, junté todos mis miedos, mis temores,
traumas, justamente mis fantasías de crear universos paralelos. El Catalizador
es un libro apocalíptico. Se basa en el apocalipsis bíblico, aunque no sea ni
católico ni cristiano ni de ninguna religión me encanta el tema mitológico
religioso, no solamente de la religión católica sino de otras más. El libro
empieza con el personaje principal que despierta un día con todas sus cosas
de joven de 22 años, es decir, sus
problemas de amoríos, de amigos, de
enemigos, y en la universidad, es un tonto más que camina por el mundo. Un día
despierta, va a saludar a su madre, no la encuentra, se da con que la casa está
cerrada, nadie ha salido de ahí, le parece extraño intenta abrir la puerta y se
da cuenta de que no hay nadie en la calle, en las tiendas, no hay nadie
caminando. Encuentra carros estrellados contra postes y algo ha sucedido, una
bomba nuclear que evapora los cuerpos o algo por el estilo, pero han
desaparecido. Para él todos están muertos. Él vive en un pueblo “ciudad”, en la
frontera entre Hungría y Rumania, Edengard que creé para el tema del misterio
del libro. No quería que la historia transcurriera en Nueva York, Lima, París,
Tokyo o cualquier ciudad importante,
sino en un lugar en donde el lector diga “dónde está esto” agarre el mapa y trace
con el dedo buscando dónde queda este pueblo desconocido. Este muchacho va al
televisor, no capta ninguna señal, la radio tampoco, internet tampoco y
efectivamente todo el mundo ha desaparecido excepto él. Trata de indagar a
descubrir cómo es la vida de una persona que se encuentra sola en el mundo. Lo
primero que hace es tomar todo lo que le apetece. Coge un auto último modelo y
lo estrella contra algo simplemente porque no hay nadie que lo vea, va al
centro comercial y coge el televisor más grande… Hace todo lo que uno haría
estando solo, “Como no desaparecen todos y me agarro todo” una fantasía
ilegal… Cuando pasan los días y está a
puertas de la locura, decide salir de ahí, de ese pueblo. Cuando escribía esto,
siempre he imaginado algo así: despertar y no encontrarse con la gente,
encontrarse solo, por el tema personal de misterio, de terror de soledad
absoluta y decir “¿y ahora qué hago? Comenzar a investigar y así, este muchacho
decide salir a buscar qué es lo que sucede, buscar a otras personas. Se da
cuenta que el pueblo está rodeado de una barrera de árboles que no lo dejan
salir. Cuando está a punto de conseguirlo, aparecen cuatro individuos de negro,
muy diferentes. Ellos se presentan a él y le dicen “Tú eres el catalizador.
Estamos acá porque queremos persuadirte, y abras una puerta que conecta todas
las dimensiones, queremos abrir la puerta a la dimensión del Cielo”. Ellos son
unos demonios que lo quieren usar para invadir el Cielo. Él, entre la realidad
y el miedo, entra en conflicto contra ellos, le dicen que es especial. “Eres un
nuevo Adán que va a recrear el mundo, eso suele pasar cada 10 millones de años”
No voy a contar más del libro. El libro no lo iba a publicar, era una cosa mía,
una historia que quería terminarla. Cuando llego a la mitad, y como le pasó a
Jeremy, me encontré con una profesora de literatura que había leído muchos
libros, tenía una biblioteca impresionante y fue el empuje anímico que
necesitaba para decidirme a publicar. Presenté mi libro a Estruendomudo y me
dijeron “nosotros no publicamos este tipo de historias, pero nos gusta, lo está
leyendo otra persona y es algo que en el Perú hay poquísimo”. Lo que me han
dicho en cuestión a crítica es que el libro puede ser una película, llevarlo a
la pantalla grande y puede funcionar. Cuando uno lee estas historias
fantásticas se las imagina así… Gracias a muchas personas y a muchas críticas,
que felizmente todas han sido positivas, ahora estoy acá. Muchas gracias.
(Aplausos).
Carlos Freyre: Buenas
tardes. Soy Carlos Freyre. La novela que he publicado el año pasado es El
fantasmocopio. Podemos resumirlo como una máquina para leer a los muertos.
Intentaré hablar sobre las motivaciones personales que tiene que ver con ese
punto trágico que tiene la vida de los escritores, que es la separación de mis
padres, que hace que muchos años, desde niño, estuviera dando vueltas de un
lugar a otro, entre mi padre, mi madre y mi abuela. Y finalmente en mi casa
materna se van dando cosas que van a ser fundamentales en el tiempo. Aprendí a
leer desde muy niño cuando tenía cuatro años. En el desván de la casa había una
gran cantidad de libros olvidados, de tal modo que las arañas estaban muy
felices viviendo. Descubrí a Ricardo Palma, mucho antes que a su hijo y empecé
a tomar esta adicción por la lectura que aún persiste en mi vida personal. Es
una cuestión religiosa leer varias obras tanto como escribir y trabajar… En mi
casa teníamos un empleado que se llamaba Teófilo Bernabé, que es el personaje central de la novela y la
frase más grandilocuente que puede expresar la relación de mi familia con
Teófilo Bernabé es la siguiente: “No te juntes con Teófilo porque tiene
piojos”. Esta frase racista, clasista, que un niño no la comprende en el
instante, obviamente muchos años más tarde la tengo bien en claro. Teófilo no
tenía ni un piojo pero Teófilo era un niño que se había escapado hace muchos de
su casa y había caído en mi casa a ser empleado. Con el paso del tiempo, cuando
uno decide escribir, porque uno toma la decisión de hacerlo, va ir construyendo
esa serie de ficciones, de fantasías. Hay una decisión que tomé hace unos años,
que al final, en vez de destruir esa tendencia literaria, terminó de
fortalecer. Fue que decidí incorporarme al ejército. La vida del ejército es
una vida muy ruda para una persona común y corriente. Creo que escapaba a esta
cuestión tan rígida, fantaseando. No creo que sea normal para el auditorio ver
caminar a una persona 45 kilómetros con un casco sobre la cabeza, un fusil, con
un calor de 33 grados a la una de la tarde por el desierto. Obviamente que
necesita o un gran poder de sometimiento al clima o –en mi caso- una
abstracción terrible: yo no estaba en la caminata, estaba en otro sitio menos
en la caminata. Estas largas noches de campaña o el mismo hecho de estas largas
formaciones que ustedes ven en televisión en fiestas patrias implica que la
persona esté levantada desde las 2 de la mañana pasando revista, es una
cuestión muy terrible. Yo estaba en otro mundo, muy distraído. Creo que así se
me ha pasado la escuela militar estos años, pensando en otra cosa, hasta que me
he graduado (risas). Después, cuando empecé a ejercer mi profesión he conocido
el Perú y si lo puedo resumir, el Perú es un gran Macondo. Quienes estamos en
Lima mucho tiempo y salimos de Lima en un viaje cortoplacista de
entretenimiento, en el cual nos vamos a Machu Picchu, una catarata o lo que nos
venden las agencias de viaje, obviamente que el Perú tiene un sabor
desconocido, que solamente lo pueden percibir las personas que viven en estos
lugares tan remotos. Indudablemente, yo, que soy un soldado he tenido esa
experiencia. Parte de la novela en la creación del fantasmocopio hace que
Teófilo, personaje principal cree que los muertos están en otro sitio
simplemente, él no lo duda. Sabe que los muertos están en otro lugar. Eso es
parte de la creencia andina. Recuerdo qué tan impresionado estaba yo una vez…
caminé unos 22 km en octubre del año 2000 y llegué a un pueblo, justo para el
día de los muertos. Entre al pueblo, estaba con unos 25 soldados caminando en
Puno, la gente estaba celebrando la fiesta de los muertos con su comida,
dándole al muerto, yo decía “No sé si en vez de darle la comida al muerto me la
den a mí”, tenía bastante hambre (risas). Era incomprensible y sorprendente la
relación de la gente con el muerto. “¿Y este porqué tiene capita?” “-ah, es
porque no cumple aún un año”… unos rezadores, que contrataban especialmente
para cantar a los muertos, era una cuestión para mí sorprendente y esas cosas
tan reales terminan ejerciendo una influencia muy poderosa en mí, en la
imaginación, para poder escribir. El Perú, a pesar del auge económico, de todas
estas cuestiones que nos pasan, del Ipod, del internet, del cable, de la
pantalla plana, el Perú no ha perdido esa esencia. Ustedes se van se van un
poco adentro de este país se van a dar cuenta de que esas cosas persisten. Para
que se den cuenta, no hace mucho fui a la morgue de Tumbes porque había un
muchacho que había fallecido ahogado. No me van a creer pero vi a una señora
que había contratado a un hombre para
que resucite a su hijo. Estaba aterrorizado porque el hombre gritaba
espantosamente haciendo unas fórmulas de brujo terribles “En el nombre de
Cristo Jesús, que el niño regrese a la vida…” era un joven de 17 años, la
verdad estaba un poco asustado porque parecía que iba a resucitar por el ímpetu
de este señor (risas) y caramba, se iban a ir al tacho mis creencias… Esos
largos viajes que he hecho, en la costa, en la selva, han influido
definitivamente en mí. En cuanto a El fantasmocopio, como ya lo han detectado
algunas personas de la crítica de los diarios, no es una novela tan de ciencia
ficción, pero si se aparta bastante de la realidad cotidiana. Descubrir que la
muerte no es la muerte, que es lo que demuestra Teófilo Bernabé en la novela es
lo que va dar origen a todo este aparato. Teófilo Bernabé era un niño que tenía
esta capacidad de construir las máquinas que él quería. En esto exploto mucho
la genialidad del peruano hacer mejunjes, inventar cosas, la viveza, lo que
decimos “criollada”, él es un tipo así, una persona capaz de inventar todo para
él porque simplemente quiere hacerlo, no tiene ninguna intención comercial.
Poco se ha hablado de la genialidad de los peruanos. Normalmente pensamos en un
genio e inmediatamente nos referimos a Einstein, a Galileo y todos los genios
que nos vende la historia y la literatura, la cultura en general. Supongo que
la genialidad no es un asunto propio de una raza sino un asunto propio de los
seres humanos. El primer genio que existió en el Perú, en el siglo XVI, cuando
llegó la primera imprenta a este país, que no llegó a Lima sino a Juli, pueblo muy pequeño en Puno,
había una congregación de religiosos que estaban colonizando a la etnia aymara
del país, cuando llegó la imprenta no se sabía cómo armarla porque no habían
planos, era un monstruo esa imprenta. La armó un indio aymara que no tenía ni
nombre. ¿Saben lo que dijeron los jesuitas?, dijeron que estaba endemoniado y
casi lo queman al pobre, por genio (risas). Esto ahora es impensable. Ahora la cultura
es mucho más abierta en nuestra sociedad, entonces poco a poco irán saliendo
nuestros genios. Teófilo es un genio que inventa una máquina por amor, porque
quiere volver a ver a una chica que ha muerto y que es el amor de su vida y se
empeña en hacer está máquina hasta el día que la máquina asocia la luz. Hay una
serie de situaciones que tienen que ver cuando la máquina empieza a funcionar,
la gente se entera de que la máquina funciona y eso va a cambiar la percepción
del mundo de la muerte, la novela gira en torno más que al funcionamiento en sí
de la máquina, a lo que sucede cuando el fantasmocopio cobra vida y la gente se
entera que está funcionando. Cedo la palabra a mi compañero sino voy a hablar
hasta la noche… (Aplausos).
Julio Meza Díaz: Buenas
tardes. Me voy a ceñir a los puntos que se habían acordado por el mail. Sobre
las motivaciones personales para el ejercicio de la escritura. Sucede que
cuando adolescente quería estudiar Ingeniería, pero me di cuenta que cualquiera
podía estudiar Ingeniería de modo que postulé a Derecho. En Letras, estudié
Derecho y me di cuenta que cualquiera podía ser abogado (risas)… es la
verdad. Ustedes paran un taxi, el
taxista es abogado… y de la Católica (risas). Luego pensé que no cualquiera
podía escribir, escribí unos libros, gané un premio de poesía con un libro que
hasta ahora no publico, y me di cuenta que cualquiera escribe y ahora creo que
me voy a dedicarme a la gastronomía. Por
ahí más o menos va mi motivación personal… Sobre mis influencias, sí, he leído
mucho, mis influencias van desde Aristóteles hasta los periódicos Chesu y el
Chuculum (risas). Algunas veces prefiero más Aristóteles; otras veces al Chesu.
La Ética a Nicomáquea es interesante, y en el Chesu hay unos chistes muy
agradables (risas). Mis influencias no son tanto lectoras. Como Yeniva, mis
principales influencias son los dibujos animados, sigo viendo al Bugs Bunny de
la década del 50 y 60, pues me resulta genial. Los programas de la televisión
peruana me gustan mucho, soy un fan de J.B. Me gusta la poesía, escribo poemas…
Me gustan mucho dos autores, Mario
Montalbetti y Jorge Pimentel, poetas que admiro por igual; de los narradores
peruanos, más que autores me gustan libros; por ejemplo, Crueldad del ajedrez
de Carlos Herrera; recomiendo la lectura de ese libro; Herrera también tiene
una excelente novela que es Blanco y negro; pero me gusta más crueldad del
ajedrez que tiene ciencia ficción, fantasía… Aprecio las novelas de Ribeyro; no
me gustan mucho sus cuentos, ni sus
diarios, ni sus Prosas Apátridas, ni Lúder… Rescato sobre todo su última
novela, Cambio de Guardia; la crítica no la señala como una buena novela, y
quizás por eso a mí me gusta… Sobre la experiencia de edición de mi primer
libro, fue una mala experiencia. Con mi primer libro era todavía muy joven,
estaba muy apurado en publicar, pensaba que publicaba e iba a ganar el premio
nobel (risas)… Publiqué y ni siquiera mi mamá me leyó… ¿Por qué? Porque el
libro estaba lleno de erratas, no estaba corregido, era un libro ilegible. Por
ahí que a alguien le gustó… para envolver pescado (risas) Eso fue en el 2007.
Con mi segundo libro sí tuve mayor calma. Me demoré un año en escribirlo y un
año en corregirlo. Sin embargo, publiqué en la misma editorial de la novia de
Bayly, y yo no le gusto a Bayly; de modo que le dieron más oportunidad a ella
que a mí, quizás por eso no se leyó mucho; no obstante, por suerte, algunos
críticos me apoyaron. No es un negocio, porque usualmente en estas editoriales
cobran, uno paga la publicación. Lo que pagué me pudo haber servido para
comprar dos carros ticos. Yo hubiera manejado uno, el otro lo alquilaba y
empezaba mi negocio (risas)… Y ahora he ganado un premio con un libro que aún
no publico, libro que vincula las matemáticas con los sentimientos, me encantan
las matemáticas… pero no lo pienso publicar, no me resulta rentable. En
realidad, todo depende de cómo me vaya en el mundo de la gastronomía. Eso es
todo, mis tres puntos. Gracias (Aplausos).
Elton Honores: ¿Cómo
entienden ustedes lo fantástico en el caso peruano? Julio Meza, con quien he
conversado tiene una idea muy personal de lo que puede o no puede ser
fantástico… Carlos Freyre también comentaba la idea de que lo fantástico vive
fuera de Lima… Entonces, los invito a reflexionar a qué es lo fantástico desde
el Perú. Para ello, vamos a invertir el orden y hablará primero Julio
Meza…
Julio Meza Díaz: Soy un
pésimo teórico, pese a que me gustan las matemáticas. Sin embargo creo que
vivimos con lo fantástico todos los días. Soy un gran lector de muchos géneros
literarios, e incluso de lo que llaman basura literaria. Leo El Dominical de El
Comercio, Domingo de La República, pero también leo el diario Extra, Ajá. He
sido uno de los pocos que coleccionó toda la edición de El Chino (risas); si
alguien quiere consultar algún número, puede ir a mi casa. El tema es el
siguiente. Uno puede encontrar lo fantástico, pese a que no es un género que se
practique mayoritariamente en el Perú, sobre todo en las publicaciones
populares. Durante una temporada el diario Extra sacaba, por ejemplo, un día
lunes cualquiera: “El Perú se ha comprado 30 fragatas Lupo, 50 aviones de
última tecnología”; al día siguiente, martes, el mismo periódico decía: “Y
Chile se ha comprado 2 naves espaciales y 3 bombas atómicas”; y el miércoles
salía: “Y el Perú se ha comprado 2 portaviones que flotan en el aire” y etc,
etc... Eso es fantástico. Creo que con las justas tenemos escopetas (risas),
algunos mauser de tiro corto, las AKM; es más, las Kalashnikov de la 2da guerra
mundial se siguen usando… Estoy obsesionado con las armas (risas). O por
ejemplo hay otros temas en el diario Extra, que es un diario de circulación
nacional, y que tiene noticias muy sui generis; les relato una que usa muchos elementos del género
fantástico. Narraba la historia de una señora en Europa del Este, que usa un
idioma que jamás vamos aprender, y no necesitamos aprender. Esta señora estaba
a punto de freír un huevo, como toda señora en la mañana; y bueno, partió el
huevo y cayó un feto humano. La señora se impresionó, llamó a su esposo y el
esposo en un acto racional concluyó que su gallina había sido violada (risas)…
Y no tuvo mejor idea, en otro acto completamente racional, que llevar a la
gallina a la comisaría. En la comisaría le hicieron el examen médico legista y
determinaron que efectivamente había sido violada. Era la noticia central del
diario Extra. En primera página salía la foto del violador, la foto del huevo y
la foto de la gallina… acongojada (risas)... Es una historia del género
fantástico porque está ubicada en un país tan lejano que nunca nosotros vamos a
confirmar si es cierta o no. Usa una serie de elementos; el Photoshop para
crear esas fotos y darle mayor verosimilitud. Es más, el narrador inventa
incluso una agencia de noticias que no existe o de repente existe en Europa del
Este. Otra noticia que también me sorprendió, y que es del mismo diario –creo
que después de esto van a pensar que escribo en ese diario- (risas)… No es así,
recuerden que estoy estudiando gastronomía… En Piura, una mujer pez había
salido del mar. Era una mujer pez no como las sirenas. Las sirenas tienen de la
cintura para abajo la forma de pez; esta mujer tenía de la cintura para arriba la forma de pez. Unos pescadores
encontraron a esta mujer pez. Estos pescadores (ustedes saben, los pescadores
están días y días en la mar, uno pasa un mes o dos meses en la mar, no tienen
enamorada, todos son masculinos como en el ejército) (risas)… Estos pescadores encontraron a esta mujer
pez, que por suerte tenía de la cintura para arriba la forma de pez; y
encontraron que no usaba ropa que le cubrieran sus partes y no tuvieron mejor
idea que darle curso (risas)… Todos ustedes son seres humanos; así que
entienden que de eso se trata el deseo sexual… Y bueno, después, sintieron
hambre porque estaban desgastados. Parece que la mujer pez era una mujer
tiburón. Así que, después de acabar con la faena, decidieron hacer un rico
ceviche (risas). Prepararon el ceviche, ahí estaba la mujer pez y prepararon el
ceviche. Esa era una noticia central del diario Extra que puede considerarse
como género fantástico. Si bien en la literatura peruana usualmente se subraya
que la nuestra es una tradición realista (así como se señala que los argentinos
tienen una tradición fantástica con el tan mentado Borges, Cortázar y bla, bla,
bla, bla); yo creo que nosotros sí tenemos una población que apuesta por lo
fantástico, en la acepción más amplia y holgada. Hay lectores para este género.
De repente no se practica con escritores profesionales, (que, por cierto, los
hay y muy buenos -José Adolph se está volviendo una estrella internacional pese
a que ya ha fallecido), pero tenemos lectores, lo que falta son narradores que
no apuesten por modelos anglosajones, por modelos que no calzan con esta
realidad, manidos, sino por esta construcción de lo fantástico entre criollo,
absurdo, que linda con lo estúpido, pero que siempre es fantástico. Esa es mi
visión quizás equivocada –es muy probable que sea así- de lo fantástico en el
Perú. Gracias. (Aplausos).
Carlos Freyre: En cuanto a
lo fantástico, particularmente pienso que, como dije en un comienzo, el Perú es
un país fantástico. Es cierto que la forma en que vivimos en la ciudad, tan
occidental, europea o norteamericana hoy día lo que a veces pasa en el interior
del corazón de o en la entraña misma de la sociedad. Definitivamente lo
fantástico está en nosotros porque hay temores que todavía hoy existen, el
mismo temor a la muerte, a los sucesos del día a día, o la propia pobreza, que
hace que los pobladores del campo prefieran ir a un brujo que a un médico. Lo
fantástico, añadiendo a lo que dice Julio, está relacionado a la gran
imaginación que tenemos los peruanos para contar historias. Seguramente ustedes
habrán escuchado hablar del tunche, he escuchado hablar del tunche en todas sus
formas que estoy seguro que está vivo en cualquier sitio en este momento,
porque ya se ha vuelto parte del imaginario local, cada ciudad en el interior
del país tiene sus propios tunches, cientos de personajes de ficción, el tunche en la selva y así por el estilo.
Para poder escribir nosotros necesitamos la fantasía, la realidad la tenemos al
alcance de la mano, la realidad tan dolorosa, tan fatal, o tan mediocre en todo
caso tenemos que tener un poco de fantasía en nosotros mismos como una forma de
salir tanto de la rutina propia de la vida nuestra como de la rutina de lo que
leemos, uno lee la prensa y la actualidad es una competencia fatal, una
competencia de noticias por ver quién encuentra más muertos o quien levanta a
un candidato político o lo baja, sin contar el esfuerzo de algunos periodistas
que sí tienen capacidad de investigar. En conclusión, puedo creer que lo fantástico va a vivir entre nosotros,
tomar un impulso mayor porque ahora la gente sí está comenzando a leer un poco
más, no como quisiéramos. Cada vez que hay mesas de escritores quisiéramos que
se llene como el Estadio Nacional, pero estos eventos literarios no son tan
concurridos como los espectáculos, de todas maneras tengo la fe que más gente
va a ir sumándose. Muchas gracias. (Aplausos).
Augusto Murillo:
Sinceramente, no he leído mucha literatura peruana, porque justamente me gusta
la fantasía, el terror, básicamente, pero lo que sí he podido rescatar durante
toda mi vida como lector que las historias más fantásticas acá en el Perú, con
relación al paisaje, a las costumbres, al público y a la gente peruana, no son
leídas sino contadas. Cuando estuve haciendo mi tesis, sobre mitos y leyendas
del Perú, habré leído unos 300 cuentos donde el 98% estaban basados en la sierra
y parte de la selva. Yo buscaba, a diferencia de los compañeros de la tesis, el
tema del miedo, mientras ellos buscaban un tema más real. Si encontraban un
hombre jaguar querían encontrarle el porqué, como en Scooby Doo, en donde el
tipo quiere ver quién tenía la linterna y quién hacía mover los hilos. A mí me
gustaba que esa historia sea de verdad, que sí exista un hombre jaguar que
asuste a la gente y se coma a los niños. Hay demasiados cuentos así, que la
gente ha visto estos jaguares, una cosa es que lo lea como una creación de una
persona, pero no, hay gente que cree que ha visto a estos demonios, a estos
seres, a este miedo. Una vez, el hermano de un amigo había ido a la selva a
hacer ayuda social con un grupo de biólogos y fueron emboscados por un grupo
terrorista que tenían miedo porque estaban internados entre sierra y selva
donde decían que la misma selva se los estaba comiendo, los atrapaba y los
devoraba. Sentían que mientras cuidaban su campamento los árboles se los
tragaban. Ahí si hubo un “por qué”. Cuando este chico fue liberado y pudo
escapar llegó un pueblo indígena y estos le contaron que unos tipos con armas
habían ido a reclutar (secuestrar) niños para volverlos guerrilleros, para que
entrenen con armas y hacerlos suyos. Cuando los hombres de esta villa indígena
fueron a rescatarlos, fueron camuflados, transformados en árboles, en pasto, en
parte de la naturaleza. Él me dijo que su técnica era ser parte de la
naturaleza y mientras pasaba la noche ellos simplemente devoraban a los
hombres, traían en unos bolsones cortados en pedacitos a estos terroristas.
Esta historia no la vamos a encontrar en periódicos o en libros, es una
historia que es contada… Podemos sacarle el jugo como peruanos, alimentarnos…
tenemos que comer material, no copiar ni sacar ejemplos, sino que la realidad
es una y la ficción está ahí entre nosotros, es lo que nos pasa a los que
escribimos. Yo tengo monstruos en la cabeza que quieren salir, la única forma
que salgan es escribiendo o contando. Como historias… puedo imaginar un tipo
que entra por esa puerta y amenaza a todos con un arma, o es un fantasma que
sólo yo puedo ver. Tenemos siempre la cabeza con cosas fantásticas que pueden
suceder. Este tema cultural no sólo sucede en el Perú sino en México, en
Centroamérica, como el chupacabras. No es algo que haya sido escrito o creado
por un autor haciéndose millonario con una historia que salió de su cabeza. Hay
gente que afirma que ha sido atacada por el chupacabras, por este monstruo que
se come a los animales. No es algo escrito sino que existe en la realidad de
estas personas. Tampoco podemos decir que es total ficción, porque lo han
visto… Pie grande, el monstruo de lago Ness, gente que afirma que ha visto
estos monstruos y qué es lo que hacen, estos seres raros. Y acá también sucede,
sin tanto marketing. Me han contado historias de hombres jaguares que se
transformaban de noche para defender su territorio. Recuerdo una historia
rarísima y tan increíble de una persona que tenía una especie de panadería en
la sierra, que tenía una competencia, otra especie de panadería en donde los
dos negocios se disputaban a la clientela. Uno de estos dueños se levantaba
tempranísimo a preparar el pan y un día comenzó a ver que la harina, la masa,
los implementos que preparaba estaban en total desorden. Entonces habló con sus
hijos, con su mujer pensando “¿Por qué haces esto?, no estés malogrando el
negocio”. Porque todo estaba cerrado y era alguien de ellos. Pasó una semana y
sucedía lo mismo. Un día el tipo se escondió, se levantándose a las dos de la
mañana y vio que había una criatura desordenando toda su cocina, sus
implementos, prendió la luz y encontró una cabra parada en dos patas, en forma
humanoide, bípeda, desordenando todo, como si fuera a propósito. El tipo la
amenaza, saca una escopeta y la va a matar. La cabra habla y le dice “No me
mates que soy María la de la panadería de al lado”. Cuando me contaron esta
historia me imaginaba a la cabra hablando, diciendo no me mates, me parecía
increíble y alucinante. Esto se cuenta en el interior del Perú. No recuerdo qué
habrá sucedido, la habrá matado o no pero esta panadera se transformaba en las
noche y podía entrar en el negocio. Es algo de locos, pero caramba que se ha
contado en el Perú. Vale el caso de los diarios locos, me encanta pararme y
leer la imagen de Jesús encontrado en un plátano (risas) o cosas así, que la
gente quiere agrandar cuando son tontas. No sé si te sucede a ti pero te lo
crees. Va a haber un planeta que se va a estrellar contra la tierra en dos
días. Me imagino a la gente preparándose porque creen que va a suceder o porque
la virgen tal está llorando o cosas así. Te la crees y te gusta y si puedes
sacar una historia de eso, vale, pero también hay historias que deberíamos
escuchar no solo leer. Así como hay muchos que han tenido la posibilidad de ir
a la sierra, o poblados indígenas, o gente que no tiene mucha conexión con esta
Lima. Dense la oportunidad. Yo también pienso hacerlo en algún momento y
alimentarme de historias fantásticas, que estoy seguro les va a gustar. Muchas
gracias. (Aplausos).
Yeniva Fernández: Creo
también, como varios ya lo han dicho es esta mesa que en la tradición oral hay
muchos elementos fantásticos. Es algo que se debe tomar en cuenta está en la
base de la sociedad y de lo que somos. Esta base andina, que tiene una
mitología, bestiarios, muchísimos elementos fantásticos que no ha sido
incorporado a literatura… creo que la narrativa fantástica en el Perú, al igual
que el policial, ciencia ficción son géneros que han sido vistos por la crítica
oficial de un modo tal vez peyorativo, pensado que el policial como el
fantástico o la ciencia ficción son géneros evasivos cuando es todo lo
contrario, porque toda historia fantástica, policial o de ciencia ficción
tienen sus raíces en la realidad. Cuando escuchaba a Augusto con esa historia
de los hombres jaguares pensaba en toda la violencia de este pueblo en la selva
y que han procesado de alguna manera con esta historia fantástica de
convertirse en jaguares o en parte de la naturaleza para rescatar a sus niños,
a sus hijos, creo que lo fantástico el policial y la ciencia ficción dialoga,
tanto como el realismo, con los grandes temas de la humanidad. Todos los
escritores peruanos tienen un texto que puede enmarcarse dentro de estos
géneros, pero la critica solo se ocupa de los textos realista. Felizmente creo
que hay una nueva generación de críticos, Elton es un buen ejemplo, que están
renovando la crítica literaria y están dándole la importancia que tiene como el
realismo. Es lo mismo. Para contar una buena historia que trate de los grandes
temas de la humanidad, de la condición humana no es necesario escribirla de
modo realista. Están Borges, Highsmith en el policial, Bradbury en la ciencia
ficción, que no solo cuentan una historia que nos saca de la tierra o algo
extraño, sino que cuentan temas que nos tocan a todos como seres humanos, temas
básicos y consustanciales. Espero que en el futuro cuando se hable de una
literatura peruana se hable de todas las ramas de la literatura peruana que es
vasta y enriquecedor, que no se hable solo de una literatura peruana realista.
Muchos críticos dicen que la literatura peruana es realista. Sí, es realista
pero también es fantástica, también hay policial y ciencia ficción. Para hablar
de literatura peruana deben dejarse
de distinciones absurdas e
incorporar todas sus ramas. (Aplausos).
Jeremy Torres: Naoki Urasawa
es un mangaka fuera de lo convencional, sus comics japoneses, también conocidos
como mangas, son de una calidad excepcional, tanto en técnicas de dibujo como
historia. Urasawa toma un tema tan convencional en una sus obras clave, 20th
century boys. La amistad en desaparición de cinco compañeros de la primaria,
ahora adultos, que se reencuentran por la muerte de un compañero. Kenji
Endo es el encargado de un pequeño supermercado en Tokio. Vive con su
madre y con Kanna, la hija de su hermana, la cual dejó a su cargo el bebé antes
de desaparecer. Kenji asiste al funeral de un antiguo amigo de la infancia,
Donkey, y al reunirse con sus ex-compañeros de colegio no tarda en relacionar
la muerte de Donkey con otras extrañas muertes que se van sucediendo
y en cuyos alrededores aparece un extraño símbolo, un símbolo que el propio
Kenji y sus amigos crearon cuando eran pequeños como parte de un juego en el
que creaban una base secreta, y que ahora parece hacerse realidad por medio de
una secta que parece estar liderada por un enigmático individuo llamado Amigo.
Urasawa toma a sujetos, que podrían ser como cualquiera de nosotros tipos
normales para darles una misión que los volverá leyendas. Este sentimiento es
el que se apoderó de mí cuando decidí escribir, buscar al sujeto más
imperfecto, al más egoísta. Para darle una misión que él se resiste a aceptar,
pero que tendrá que tomar como propia cuando descubre que la mujer que ama se
encuentra en medio del misterio. Otra de mis influencias más grandes, también
proviene de Japón, es el director de películas de anime, Satoshi Kon, del que
Darren Aronofsky es un conocido fan. El
cisne negro de Aronofsky tiene elementos de Perfect blue opera prima y obra
maestra del director japonés. En esa historia una cantante aspirante a actriz,
decide seguir sus sueños. Pero papeles mediocres hacen que se vuelva paranoica
e inestable. Ella descubre que alguien ha escrito una historia basada en ella,
pero en esa historia ella tiene éxito. Realidad e imaginación se unen
haciéndonos dudar sobre qué es y que no. Para al final darnos un final que nos
deja más que satisfechos. Asimov, es también una de mis grandes influencias.
Les contaré una pequeña anécdota que explica cómo llegó ese escritor a mi vida…
Tuve un problema con una ex, por algo que pasó con su prima. Ella furiosa no
dudo en lanzarme desde el balcón de su casa tres pesados libros. Evadí los
proyectiles literarios, y cuando los vi en el suelo le pregunte: - qué hago con
estos libros- Ella me dijo, quédatelos y nunca más vuelvas. Esa misma noche
terminé de leer, El fin de la eternidad. Obra que sin duda ha marcado lo que
escribo, pues los Ejecutores de esa novela, son bastantes similares a los
“Agentes” que trabajan para los Aegeti, no tienen permitido el enamorarse,
viven alejados en lo que es una dimensión paralela. Y demás cosas que sin
permiso tomé como referencia, pero creo yo se ajustan perfectamente a la
historia deseaba narrar en ese momento. Dos referentes, que considero mis
maestros son dos personas que van a exponer el día de hoy. Carlos Saldívar y Daniel Salvo. Del primero
aprendí que lo mejor que puedes hacer para escribir algo fantástico es
comenzando a narrar algo totalmente cotidiano. Del segundo que la
“posmodernidad” está permitida. Díganme tonto si considero una genialidad a
Optimus Prime siendo usado como una couster de transporte público. Para
finalizar, retomo las palabras de Cortázar, lo fantástico es eso que queda
fuera cuando terminamos de definir lo fantástico. Para mi ese sentimiento se resume en esas
decisiones que tomamos sin pensar y nos hacen ser quienes somos el día de hoy.
Esas situaciones que buscando racionalidad se transforman en lógicas. Eso nos
enseña que al momento de escribir lo fantástico ya estuvo y estará entre
nosotros. Solo tenemos que percibirlo con el corazón abierto. Espero ahora se
pregunten ¿qué es lo fantástico para ustedes? (Aplausos).